Hacia otras miradas en las fiestas infantiles.

Hacia otras miradas en las fiestas infantiles.

Últimamente hemos podido leer algunas reflexiones sobre las fiestas infantiles, que me alegra muchísimo que estén movilizándonos como padres y educadores. La mía es una más de tantas, complementaria quizás de las otras, pero que pretende poner la mirada en el fondo de las propuestas que tenemos para nuestros niños y niñas.

Comencemos por pensar ¿en cuántas piñatas o fiestas infantiles está un niño en un año?  cumpleaños de los amigos, semana del niño, halloween, entre otras, son eventos que suelen celebrarse para ellos, con la mejor intención por parte de los organizadores, pero muchas veces, con propuestas poco respetuosas y sanas para la infancia.

Asistimos por lo general a eventos donde se contratan empresas de recreación, cuya concepción del niño pareciera ser aquel que se conforma con diversiones vacías de sentido y a quien solo hay que entretener un rato con una dinámica ya muy conocida:

Llegan unas cuantas recreacionistas, casi siempre recién contratadas y sin formación en ese campo. Empiezan con una invitación constante a gritar más duro para mostrar el ánimo y lanzan reiterativamente preguntas como ¿quién quiere regalos? ¿Quién va a ganar?

Aparecen luego obras de títeres y payasos, con un «libreto» por lo general agresivo y basado en lenguajes adultos, que incluyen palabras como «asistonta» o «amante» y en donde una patada o palmada en la cadera del otro es el «toque final de humor».

Todo lo anterior en un ambiente musical de reggaetón y con la famosa repartición de dulces, torta y comida cargada de azúcares, que terminan generando un caos cerebral y un daño a largo plazo para los niños. Para terminar el ambiente de fiesta, llega casi siempre un concurso para los padres, cuyo parámetro de medición está basado en aquel que más pueda hacer el ridículo.

Con este tipo de eventos estamos enviando a los niños el mensaje de que para divertirse hay que competir y ganar regalos, cuando todos sabemos que el disfrute que trae consigo el juego por el juego, ya lo vale todo.

Les estamos diciendo que crezcan rápido, que la música que se baila es la que los erotiza desde pequeños y que el ruido, el derroche y el lenguaje agresivo, son parte de nuestros rituales y celebraciones humanas.

Los niños merecen mucho más. Merecen respeto para vivir cada una de sus etapas con la armonía que cada una atesora. Merecen momentos de silencio para observar y asombrarse con la naturaleza. Necesitan momentos de disfrute alrededor de una música que les recuerde el juego y la belleza que hay en el mundo. Actividades donde el arte los convoque a expresarse y dar a conocer sus múltiples lenguajes. Merecen espacios para compartir y no para competir, así como alimentos que siempre honren su salud y su cuerpo.

En nuestras manos está la posibilidad de reconstruir estas ideas de fiestas y rituales de celebración, para que la vida que se conmemora en ellas, se aún ritual de conexión y no lo contrario.

 

Alejandra Pineda Arango

Directora Jardín Infantil Pelusa.