Aún recuerdo mis primeros días con mi hijo en brazos. Tenía solo dos semanas de vida y yo era una mujer, profesional de la psicología y la educación, acabada de convertir en mamá.
Todo era nuevo para mí, excepto dos ideas: la primera, es que todo lo que sabía, por mis estudios y experiencia, iba a convertirme en una “gran madre”. La segunda, que mi hijo, al ser educado por una “gran madre” iba a ser el hijo “teóricamente bien formado”.
Sí…tenía entonces en mis brazos y en mi pecho al “niño del deseo”, pero él no tardó mucho para ir mostrándome que no era tal; era solo el niño real, era él…
Yo, en medio de todas las teorías sobre maternidad y crianza humanizada, había querido un parto natural, había pensado en lactarlo hasta los 2 años, renuncié por un tiempo a mi vida laboral para acompañarlo de la manera más cercana posible…como madre, jugaba con él, lo miraba, lo alimentaba saludablemente, le expresaba el afecto de todas las formas posibles y le propiciaba ambientes estimulantes para su desarrollo…ahí estaba entonces, la mamá que quería ser perfecta y, a ratos, se lo creía.
Por fortuna, para dejar morir esa idea enjuiciadora de mí misma, estaba ahí mi pequeño hijo, convirtiéndose en mi gran maestro: quiso nacer por cesárea, no pude alimentarlo por tanto tiempo, tiene un temperamento fuerte, ha tenido comportamientos agresivos hacia sus pares, es rebelde, muy cuestionador y opositor a cosas convencionales. ¿Por qué mi hijo es así si en familia le hemos modelado otras cosas? Era la pregunta que siempre me habitaba.
Acudía en el camino entonces a todas las teorías posibles, esas que por ahora abundan en el medio para dar claridades, pero también, para confundir a los papás. Algunas de esas teorías, centradas en lo importante de disciplinar a los niños, poner límites muy claros y generar frustraciones; otras, en el amor y la laxitud. Y, por fortuna, otras más que integran ambas posturas. Pero todas ellas, con un mismo fin: enseñarme a ser mamá.
Hasta ahora, después de ese mar teórico, solo he podido llegar a una conclusión: el ser papá o mamá, se construye en el día a día con el hijo real, no con el del deseo; se construye desde mi autoconocimiento y desde la aceptación de lo que soy, de mis miedos (esos que a veces aturden y paralizan), de mis tristezas, enojos y alegrías. Se construye desde mi intuición, desde lo que ella me indica que puedo hacer en cada situación. Y se construye, fundamentalmente, cuando me conecto con él y lo reconozco como un ser único, distinto a mí, a mis necesidades y a las teorías que leo.
Las bases para ser papá y ser mamá, se cimentan cuando reconozco en ese hijo al gran y único maestro que me despoja de las herramientas con las que creo que cuento, me anima a buscar más y a despojarme de juicios para ayudarme a encontrar en mi ser, la madre que soy y la que puedo ser.
Gracias a esas conclusiones, ahora veo en mi hijo también sus potenciales y habilidades…sé que sus características, que antes me culpaban, lo harán un hombre distinto para este mundo; que se construirá como un ciudadano de esos que interrogan, cuestionan y promueven formas distintas de hacer las cosas. De alguna forma, me veo reflejada en él. Atrás quedó la idea de ser madre perfecta, porque ya no me hace bien. Somos más felices siendo imperfectos, él como hijo y yo como madre, siendo más humanos.
Por Alejandra Pineda Arango
Directora Jardín Infantil Pelusa.
Ame locamente este blog, se nota que lo escribiste desde la parte humana y eso me motiva demasiado.
Te admiro profundamente
Frm: Una aprendiz del Jardín Infantil Pelusa
Hija, no me sorprende de ti esta reflexión de vida sobre la crianza de un hijo porque confío en que como dices tienes todas las herramientas para hacerlo perfecto, pero me llena de alegría y de orgullo que hoy reconozcas en ti a esa mujer que ante todo es humana y de ese modo construya una mejor relación no solo con su pequeño hijo sino también con las demás personas, al fin y al cabo la vida se disfruta más en las cosas simples y la confianza se gana con amor. Aplaudo y abrazo esta acogida de una teoría internedia
Gracias, la verdad me sentí identificada. Espero seguir aprendiendo a guiarlo y ayudarlo a ser él mismo en toda su esencia.
Gracias por ese compartir….q realidad…