ADAPTACIÓN: CONFIAR, ESTAR PRESENTE, SOLTAR Y ACOMPAÑAR.
“cuando se embarca uno en la ruta de la adaptación, necesita llevar en el alma…
un poco de confianza…
un poco de fortaleza…
un poco de preguntas combinadas con certeza
y un kilo y medio de paciencia concentrada, que abraza el corazón y apacigua la razón”
(Catherine Ángel Carvajal).
El periodo de adaptación corresponde a un proceso de transición y construcción de confianza, mediante el cual todos los miembros de la familia, abandonan su concepción del hogar como único entorno seguro y de confianza para el niño o niña, para ir descubriendo, adaptándose progresivamente a un nuevo y desconocido medio: el jardín infantil.
Este proceso gradualmente le permitirá al niño y a la niña, ir desarrollando un reconocimiento de su entorno, mayores niveles de independencia y la tan necesaria socialización. Sin embargo, en un primer momento, representa un cambio significativo y transformacional (un duelo), pues debe separarse – probablemente por primera vez – de sus maneras de convivir y relacionarse, de las personas de quien recibía atención, cuidados y satisfacción de sus necesidades básicas. Lo más importante, debe entender que dejará de estar cerca por unos momentos de sus figuras de apego primarias (el padre, la madre o los cuidadores principales).
Los recuerdos establecidos en estas primeras experiencias, serán ancla para las experiencias de cambio y adaptación en la vida futura. Por esta razón, es importante estar seguros, tranquilos y con la mejor comunicación entre la familia y las maestras.
Nuestra mayor conquista entonces, es transmitir seguridad y confianza. Si los niños ven que los adultos acompañantes dudan o sienten miedo de la separación, dudarán de que el lugar o las personas que hay allí son confiables.
Siempre que sea posible, es importante que la incorporación sea progresiva, con tranquilidad y respeto.
Durante los primeros días, es fundamental el momento de presentar a las personas y el entorno, y si papá o mamá pueden ser parte de ellas, mejor, porque la seguridad y la confianza se trasmite por medio de las palabras, las sonrisas, los gestos que observa el niño o niña en sus padres.
En este periodo es natural que aparezca el llanto como una expresión que acompaña en algunos momentos al niño o la niña, ante la ausencia de palabras claras sobre lo que siente o piensa. No tenemos por qué asustarnos con esto, pues la tristeza es una emoción básica y de equilibrio que acompaña a todos los seres humanos. Además, porque ante su tristeza y sus lágrimas, habrá adultos acompañantes que le brinden acogida, afecto y seguridad. En otros niños, pueden aparecer alteraciones del sueño o del apetito, lo cual suele ser algo pasajero y se soluciona con cariño y comprensión.
Hay que tener claro que esta etapa, no necesariamente ha terminado cuando desaparecen las lágrimas, ya que la adaptación es un estado de confianza, libertad, conexión y vínculo, cuyo tiempo será distinto para cada niño o niña.
Los espacios están preparados para hacer este período más fácil a los niños. El ambiente del jardín es acogedor y se programan actividades en las que se cuida la dimensión socioafectiva. El maestro siempre está al acceso, es cercano y recibe con alegría.
Es normal que los primeros días quieran llevarse un objeto de casa, para que les dé seguridad. Está bien tenerlo, permitirle que acompañe estos días con refuerzos emocionales que le aseguran el vínculo con casa y familia. Los pequeños rituales de vínculo son fundamentales para recordarles que siempre la familia los ama y los acompaña. Como decimos en Pelusa “tu papá y tu mamá están en el corazón”.
Las preguntas, culpas o sentimientos que abrazan a los adultos acompañantes en esta época, (padres, abuelos, familias y/otros) irán desapareciendo a medida que se conectan, se vinculan, se sienten abrazados y acompañados por el equipo del jardín, reconociendo las grandezas que poco a poco sus hijos irán mostrando.
En poco tiempo veremos lo bien que nos hemos adaptado todos. Notaremos que los niños están listos, que se sienten lo suficientemente seguros como para expresar su mundo emocional, para dar y aceptar afecto y para intercambiar experiencias.
Este viaje nos permite cada día conocernos, navegar entre la confianza y el disfrute, para llegar al puerto seguro de acompañarnos a crecer juntos.
Escrito por: Catherine Ángel Carvajal,
Coordinadora pedagógica.