¿LITERATURA INFANTIL O LITERATURA PARA NIÑOS?

Los niños necesitan, quizás más que nadie, quizás más que nunca, encontrar palabras para nombrar esa experiencia tan reciente y tan compleja que es la vida. Y ahí está la literatura para mostrarles cómo lo hicieron los otros, para dejarlos asomarse a la experiencia humana y moverse con tranquilidad, gracias a ese marco protector que da la ficción. Yolanda Reyes

Actualmente, hablar de literatura infantil, implica indagar acerca de si realmente existe una literatura pensada para niños y niñas, o si se trata de algo que solo tiene como propósito la transmisión de una moral o una tradición. Todos recibimos una moral determinada, toda moral lleva implícita un valor. La moral es el lugar de las normas, valores, preceptos que rigen el comportamiento de un individuo, y es precisamente a partir de allí donde como padres y docentes muchas veces nos acercamos a los cuentos infantiles, buscando construir sujetos “de bien”, a partir de historias que creemos se adecuan a lo que queremos, es decir, niños y niñas que compartan, no peleen, trabajen en equipo, luchen por lo que quieren, entre tantos otros intereses nuestros y no realmente de ellos.

Con la literatura infantil, el niño debe lograr descifrar el mundo que le rodea, así como construir una verdadera comunicación entre el texto y el lector, en la medida que se da la posibilidad para el contraste y la crítica; para ello es vital que se hable de lo que tiene sentido para los niños realmente, y no para el adulto. Esta literatura, al igual que todas, debe ser entonces una experiencia de disfrute y de placer, en la que el hecho de contar una historia no tenga otro fin más que la historia misma, y de esta manera el niño pueda resignificar poco a poco su realidad.

Por su parte, aunándose a este intento por diferenciar literatura infantil de literatura para niños, y procurando hacer una recomendación acerca de esta temática, también es posible retomar a Beatriz Robledo (S.F.) quien plantea que, dentro de los libros para niños el universo es inmenso, destaca dentro de este mundo de libros: los libros-juguete, libros animados, libros instructivos, títulos de carácter informativo y documental, libros de manualidades, que aunque si bien poseen un lenguaje y una información precisa y clara, al alcance de la comprensión infantil, tienen como función primordial acercar de manera lúdica los niños a los libros, pero bajo ninguna circunstancia podrían considerarse literatura; si entendemos literatura como un medio para y no como un fin en sí mismo. Es decir, aquella capaz de brindar placer estético por el sólo hecho de ser una experiencia literaria, esta experiencia a su vez debe ser gratuita y metafórica.

Finalmente, con este breve artículo, sugiero a la comunidad educativa en general, liberar de una vez por todas a los cuentos infantiles de la carga de cumplir con funciones didácticas, moralistas, ecológicas que se han reforzado con mayor impulso en los últimos años. Porque darles prioridad a estas funciones significa precisamente renunciar a la literatura como arte y hacer más bien libros didácticos disfrazados de cuentos, de relatos o hasta poemas. Siguiendo en la línea de Beatriz Robledo, es fundamental entender que, estamos dejando de lado la posibilidad de atravesar la frontera existente entre la realidad y la libertad que nos otorga el mundo de lo fantástico, allí donde lo inimaginable puede suceder, allí donde los niños pueden convertirse en artífices de mundos posibles.

 

                                                        KAREN YULIANA RODRÍGUEZ ECHEVERRY
ASISTENTE PEDAGÓGICA

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Robledo, B. (S.F.). La literatura infantil o cultura de la niñez. Recuperado de: https://es.slideshare.net/lilizambrano/la-literatura-infantil-o-cultura-de-la-niez-beatriz-helena-robledo-1