Llega agosto y, con él, la celebración de las fiestas que hacen honor a la cultura antioqueña. De hecho, en el Jardín tenemos varios festejos y actividades pedagógicas donde pretendemos compartir con los niños esas tradiciones.
Asuntos como la unión familiar, el buen sentido del humor, la creatividad y la acogida que le brindamos al otro, la gastronomía y capacidad de trabajo, son apenas algunas de las tantas cosas buenas por conservar y mantener de nuestra cultura.
Sin embargo, quiero proponer una reflexión importante y es sobre qué es lo que vamos a seguir entendiendo por Ser Antioqueño. Retomo un trabajo no solo hermoso sino riguroso que ha venido realizando el ex-rector de EAFIT, Juan Luis Mejía hace varios años y que tiene que ver con la ética y con lo que él llama El culto al avispado:
“El pueblo antioqueño creó el culto al avispado (…) El avispado no cree en el esfuerzo pues sabe cómo se la gana de ojo. El avispado no conversa sino que se come de cuento a la gente. El avispado es cañero, fafarachero, lanza, espuelón, fregao y ventajoso, tiene agallas y se lleva a todo el mundo por delante. El avispado se ufana: «Yo no lo tumbé, el se cayó sólo». Para el avispado no hay mayor triunfo que sacar ventaja en cada negocio (…)”.
Después de evidenciar los efectos que ha tenido esta idea de antioqueño como avispado, que se conecta con asuntos como la corrupción y la vulneración de las normas para lograr los fines individuales, ¿podremos pensar en educar a las nuevas generaciones para construir otro imaginario que nos haga bien como sociedad?
Algunas de las cosas que podríamos inculcar serían:
- Conocimiento, arte y ciencia: disfrutar de aprender como vía de realización personal y aporte a la sociedad.
- Esfuerzo, compromiso, perseverancia: como principal forma de acceder a los sueños
- Honestidad, solidaridad: los valores están antes que el negocio
- Cuidado del entorno: descubrir, reconocer y hacer conciencia de los maravillosos recursos que nuestra tierra nos proporciona, adoptando de manera decidida, una actitud de respeto para vivir en armonía con esta.
¿Se te ocurre alguna más?
Alejandra Pineda Arango
Directora