Papá ¿en realidad lo necesitamos?

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En días recientes fui testigo de un suceso en la calle que me dejó muy pensativa y reflexionando sobre la gran importancia que tiene el PADRE (entiéndase como figura paterna) en la formación de cualquier ser humano. 

Un joven de unos escasos 30 años, en una camioneta lujosa, en presencia de su amiga o pareja, agredía a un guarda de tránsito de una manera violenta y desenfrenada, porque simplemente no le parecía que le estuviera poniendo un parte o “un límite”. Hubiera podido ocurrir una tragedia en medio de una cantidad grande de personas, que vimos perplejos cómo la ira y la incapacidad de autorregularla, muestran lo peor de nosotros. 

Pero ¿qué tiene que ver el padre aquí? Mucho -creo yo- sin decir que sea el único factor que incide en el comportamiento de este ciudadano. La figura del padre es necesaria porque encarna psicológicamente el límite y el orden, esa sana línea entre lo que yo deseo o siento como impulso y lo que puedo hacer, porque aparece el otro. Así, esa figura paterna, con su firmeza y su afecto, es necesaria para construir mentes sanas, que puedan ver y reconocer al otro como un sujeto que también piensa, siente, necesita. 

Hoy, cuando es tendencia en el mundo ser “hijo único” y tenerlo todo para sí, por supuesto se hacen necesarios esos padres conscientes que permitan entender a los niños y niñas que no están solos en el mundo y que la empatía nos hace mejores; padres que les ayuden a reconocer sus emociones y a regularlas, para no dañar a los demás; que incentiven habilidades para resolver conflictos de formas sanas; que los escuchen, para que sientan que hablar y expresarse tiene sentido; que les hablen, para que les muestren otras formas de ver el mundo; que jueguen para que sientan que, aunque la vida tiene cosas serias, se puede vivir cualquier situación con alegría. 

 

Por: Alejandra Pineda Arango
Directora Jardín Infantil Pelusa